Sonidos de vida y naturaleza en el Valle del Silencio

Sonidos de vida y naturaleza en el Valle del Silencio
Un paseo por estas magníficas tierras transportan al viajero a tiempos remotos para descubrir pequeñas joyas arquitectónicas como la iglesia de Peñalba de Santiago

Valle del Silencio1El valle del Silencio es un paraje natural situado a los pies del pico Aquiana, en los montes Aquilanos (León). Se encuentra al sureste de la comarca de El Bierzo y forma parte de la cuenca del río Oza, conocida como valle del Oza o, popularmente, como Valdueza, a través de uno de sus afluentes, un arroyo que lo recorre. Enfrente a él se encuentra el pueblo de Peñalba de Santiago, con su iglesia, joya de la arquitectura mozárabe, declarado Bien de Interés Cultural en 1931.

 

La ruta comienza en Ponferrada y transcurre por zonas de gran belleza natural en la que el viajero debe tomarse su tiempo para contemplar con toda la calma posible la maravilla del paisaje y escuchar el “Silencio” que propone la naturaleza. Aquí el reloj se detiene y las prisas se olvidan. Se trata de un viaje al fin del mundo, al fin del ruido que sirve para vivir una experiencia casi mística ya que en ningún lugar del mundo alguien puede escuchar con más claridad lo que proviene de uno mismo. También es un viaje al interior medular del paisaje.

Así lo descubrieron todos los monjes visigóticos que poblaron con sus eremitorios y cenobios cada pliegue de este laberinto de valles, creando todo un mundo de pequeñas cuevas al servicio de anacoretas retirados en busca de paz espiritual.

Valle del Silencio2Por eso se le llama a todo el paraje Tebaida Berciana, lugar de ermitaños. Fructuoso y Genadio son sus primeras señas de identidad, dos monjes que fundaron sendos monasterios en Compludo, San Pedro de Montes o Peñalba de Santiago. Fueron lugares repoblados espiritualmente a lo largo de los siguientes siglos con la incorporación de monjes huidos del califato de Córdoba y frailes mozárabes que levantarían en Peñalba una de las mayores fascinaciones de este arte constructor que evoca formas de la España musulmana.

De aquel monasterio mozárabe queda hoy su espléndida iglesia. Y en el pueblo de Montes aún da señas de su poder el viejo monasterio en ruinas y su iglesia de torre románica y vestigios de piedra hispano-goda.

Como espacio natural, el Valle del Silencio tiene toda la magia de lo agreste. Se combinan a la perfección bosque y peña, valle de claustro y cumbres de nieve. Sus pueblos y su arcaica agricultura parecen también fósiles del tiempo, piezas indiscutibles del alma paisajística de este gran valle y de sus fondos de saco laterales por los que corren arroyos que nutren el río Oza, el valle del Oza, el Valdueza.

Las especies faunísticas propias del lugar son jabalíes, corzos, ginetas, zorros, hurones, lobos,... y el aire es campo absoluto para más de ciento cuarenta especies de aves de porte y pájaros. Botánicamente, el conjunto es un mosaico de verdes: robles, encinas carrascas, genistas, urzales, carquesias... y en medio de todo ello están los castaños con su arboladura y majestad, alma también de la belleza forestal de todo lo berciano. Cerrando el conjunto, los Montes Aquilanos sugieren aún la maldición de Júpiter, seriamente temida en las labores mineras rondanas, al castigarse con el rayo a quien entre con hierros para hurgarte las entrañas de esta tierra del silencio.

LA RUTA

Partiendo de Ponferrada, la ruta cruza las vegas agrarias de San Lorenzo para adentrarse en el valle del Oza por San Esteban de Valdueza , cruzando después Valdefrancos y San Clemente de Valdueza (con construcciones tradicionales, castaños centenarios), e iniciándose la subida hacia los pueblos más emblemáticos del valle, en primer lugar Montes de Valdueza (conserva espléndida iglesia medieval reformada en el siglo XVIII y las ruinas del monasterio de la misma época, así como una ermita con vestigios prerrománicos).
La ruta concluye en el pueblo de Peñalba de Santiago, cuya iglesia es vestigio impecable del viejo monasterio mozárabe y una de las referencias claves de este arte en España. A su vez, el pueblo es un auténtico monumento de arquitectura popular, abigarrado en su conjunto, de paseo obligado y enfajado de huertas y arboleda.

Desde Peñalba de Santiago se divisa la magnificencia de la vegetación, virgen y frondosa, en un amplio espectáculo cerrado por los altos de los farallones, con las cumbres de la Silla de la Yegua, el Pico Tuerto y la Aguiana.

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El pueblo conserva las típicas casas serranas, casas de piedra, con madera en los balcones y pizarras de piedra, que se apiñan entorno a la iglesia. La propia presencia del monasterio dio origen al pueblo, un conjunto que San Genadio fundó en el siglo X, al que se retiró cuando renunció al obispado de Astorga. Se trata de una iglesia construida con lajas de pizarra y mampostería. De una sola nave, está dividida en dos cuerpos y tiene dos capillas laterales en el segundo tramo, que se añadieron con posterioridad. Tanto los cuerpos de la nave como las capillas están separados con arcos de herradura, sobre columnas y capiteles decorados con hojas de acanto. La influencia mozárabe hace que el arco de acceso a una de las capillas, la oriental, simule la entrada al mihrab de una mezquita, pues está recubierto por un alfiz, elemento típicamente árabe.

Desde la iglesia, en un paseo de una media hora, se llega hasta la cueva de San Genadio, donde el santo se retiró a meditar. Cuenta la leyenda que tal era su deseo de recogimiento y paz que ordenó a las aguas del río callarse. De aquí que la corriente se introdujo bajo la tierra a su paso por la cueva. Monasterio de San Pedro de Montes Hoy se puede ver cómo el río aparece y desaparece a lo largo del valle, del Valle del Silencio de San Genadio. La cueva, siempre abierta, tiene en su interior un pequeño altar con numerosas ofrendas que dejan a su paso los visitantes.


LOMEJOR.COM / FOTOS: FRAN RODRÍGUEZ